Las dehesas de las Vaquerizas y el Picarazo en las Pedroñeras y los conflictos con la Mesta


El
adehesamiento por las villas de los pastos comunes de la antigua tierra
de Alarcón supuso un freno al desarrollo ganadero de aquellas villas
que no disponían de pastos o simplemente los que tenían eran
insuficientes por el auge económico y demográfico de la primera mitad de
siglo. En este contexto se dieron situaciones paradójicas como la que
aquí presentamos: la alianza entre la villa de San Clemente y el Honrado
Concejo de la Mesta frente a la villa de las Pedroñeras.
En la década de 1540, la villa de Las Pedroñeras había cerrado la
llamada dehesa de las Vaquerizas e impedido el acceso a la misma que
tenía tanto San Clemente, y otras villas del suelo de Alarcón, como la
Mesta para el pasto de sus respectivos ganados. Esta extraña alianza
fruto de un interés común se presentó un trece de octubre de 1556,
cuando el procurador de la villa de San Clemente Alonso de Belmonte
denunció a la villa de las Pedroñeras ante el alcalde entregador Diego
Calderón y ante el alcalde mayor del marquesado licenciado Marquina
a noticia de la dicha villa su parte avía venido que la dicha villa
de las pedroñeras hazía y tenía hecha cierta dehesa vedada en do dezían
las vaquerizas que hera término y pasto común y suelo de alarcón y por
ser en perjuyzio de la dicha villa su parte e vezinos della de justizia
el dicho alcalde entregador devía mandar deshacer la dicha dehesa para
que fuese pasto común de la dicha villa su parte y a las demás
comarcanas del suelo de alarcón
A las quejas de la villa de San Clemente se unió el procurador de la
Mesta que, en términos similares, expuso los agravios que sufrían los
ganados del Concejo
avían hecho una dehesa en el pasto común de los ganados de la cabaña
real ansí de los estantes como de los pasantes que a ellos tenían
derecho y de los pueblos comarcanos que en ello tenían comunidad y
derecho de poder pascer y pastar con sus ganados por ser término común
El acotamiento de la dehesa de las Vaquerizas iba acompañada de un
rompimiento de tierras y la sembradura de cien fanegas de terreno. La
Mesta veía peligrar sus privilegios y más si pensamos que la cañada real
conquense de los Chorros recorre de norte a sur todo el término de las
Pedroñeras. La respuesta de las Pedroñeras vino de su procurador que
alegó que el cerramiento y acotamiento de la dehesa de las Vaquerizas se
había hecho tras obtener licencia real, al igual que la había obtenido
la villa de la Alberca con quien se compartía, para pagar el servicio
ordinario y extraordinario con el fruto de su arrendamiento.
El proceso de acotamiento de dehesas por las Pedroñeras no se limitaba a
las Vaquerizas; por la misma época la villa afrontaba otro contencioso
con la Mesta por el cierre de la dehesa del Picarazo y la roturación de
60 fanegas de tierra. Las contradicciones de los acotamientos salían a
la luz de nuevo, sin dar una credibilidad absoluta a la villa de las
Pedroñeras que primero declaraba haber cerrado la dehesa para responder a
una provisión real de conservación de montes y después decía tener
licencia real para cerrar esta dehesa y dedicarla a dehesa boyal para
sustentación de las bestias de sus vecinos, era claro que las exigencias
fiscales y militares de la corona (entre ellas la reciente petición de
cría de ganado caballar para el ejército), iban acompañadas por las
respuestas de los pueblos solicitando arbitrios (léase uso privativo de
sus propios y comunes frente al uso comunal consuetudinario) para hacer
frente a las nuevas peticiones. La realidad era que los arbitrios se
usaban, aun sin licencia real, y que el interés general que procuraba la
corona se trocaba en uso de los arbitrios en beneficio particular de
algunos vecinos.
La sentencia del alcalde entregador y el alcalde mayor de 14 de octubre
sería condenatoria para el concejo de las Pedroñeras en el caso de las
dos dehesas, obligándole a permitir el pasto común en las mencionadas
dehesas y condenándole a pagar 4.500 maravedíes por la dehesa de
Picarazo y otros 4.500 maravedíes por la dehesa de las Vaquerizas. La
sentencia condenatoria elevaba en su evaluación la tierra roturada hasta
600 fanegas en el primer caso y 800 almudes en el segundo. Formaban
entonces el ayuntamiento de las Pedroñeras los alcaldes ordinarios,
Francisco Martínez Sancho y Francisco Gómez, y los regidores Andrés
Sánchez de Pedro Gómez y Marco Castellano.
La villa de las Pedroñeras apelaría la sentencia ante la Chancillería de
Granada que por ejecutoria de 15 de junio de 1564 le daría en parte la
razón sobre la dehesa de las Vaquerizas, anulando la pena pecuniaria
impuesta a los alcaldes y regidores pedroñeros, pero ratificando lo
sustancial de la condena: el libre paso a la dehesa de los ganados de la
Mesta y de los comarcanos. La ejecutoria seguía a otra de 9 de julio de
1560 que ratificaba la sentencia del alcalde entregador en su
totalidad, incluida penas condenatorias, en el caso del Picarazo, y que a
su vez sería nuevamente confirmada por la Chancillería de Granada el 1
de noviembre de 1561. Pero entre las sentencias de 1561 y la de 1564
algo había cambiado: la anulación de las penas a los justicias y
regidores de la villa de las Pedroñeras. Eso era lo mismo que darles el
beneplácito para continuar con sus procesos de acotamientos y
roturaciones
Archivo Histórico Nacional,DIVERSOS-MESTA,153,N.4. Ejecutoria contra la villa de Pedroñeras sobre roturación en los pastos (dehesa del Picarazo). 1561
Archivo Histórico Nacional,DIVERSOS-MESTA,153,N.5 Ejecutoria contra la villa de Pedroñeras sobre roturación en los pastos (dehesa de las Vaquerizas). 1564
Imagen: moneda de dos cuartos, equivalente a dos maravedíes, de la
época de Felipe II, acuñada en la ceca de Cuenca (Colección particular)
Publicado por
Ignacio de la Rosa Ferrer